Por Isidro García
LA “COMIDILLA” DE FLOR RENTERÍA
La “comidilla” en estos días ha sido Flor Rentería Medina, la aún coordinadora de Servicios Educativos Región Laguna del Estado de Coahuila.
La conducta de Flor es la comidilla del mundillo político local porque con ensalzamiento a funcionarios cercanos al gobernador Manolo Jiménez Salinas vuelve a levantar la mano para ocupar una vez más un cargo dentro del Gobierno del Estado y particularmente del sector educativo.
Elogios como el de “guapo” y “talentoso” ha dirigido la aún exfuncionaria a gente cercana al mandatario estatal en una suerte de hacer puntos a su favor para repetir en el cargo o cuando menos no salir del presupuesto estatal.
Hay que recordar que el nombre de Flor Rentería apareció en la lista de cuando menos 50 personas de la Secretaría de Educación que saldrán de la administración o algunos podrían ser objeto de un enroque.
En radio pasillo se escucha que a quien le quiere oír, la maestra les ha dicho que ella ya tiene asegurada la repetición como coordinadora de Servicios Educativos Región Laguna del Estado de Coahuila.
De ser cierto lo que habría dicho Flor, es de considerarse innecesario que se desviva en elogios como los mencionados.
La historia de Flor Rentería Medina ha sido la misma, la de pertenecer al grupo de poder en turno con tal de no vivir fuera del presupuesto.
LISONJEROS Y ADULADORES
Siempre ha sido de la opinión de que los lisonjeros y aduladores son los que hacen bastante daño a los gobernantes de cualquiera de los tres niveles.
Esto me hace recordar lo que se dice que alguna vez, Porfirio Díaz preguntó: “¿Qué hora es?”; y la respuesta fue: la hora que usted diga, Señor Presidente.
Los lisonjeros y aduladores, sobre todo aquellos que están muy cerca de los gobernantes, son nocivos y peligrosos.
Ellos no contradicen, no cuestionan y no previenen, sólo admiten, aplauden y elogian.
Lo malo es que por decirle a sus jefes lo que quieren oír, los lisonjeros y aduladores ganan espacios y privilegios.
Lamentablemente, a la larga, hay gobernantes que tendrán que pagar altos costos políticos por hacerles caso a sus porristas o a quienes les han aplaudido como focas.
Pero ahora sí que no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre.
En fin.
Nos leemos mañana si Dios quiere.
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